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Confinados pero confiados

El año 2020 será siempre recordado, por como todo el mundo fue reducido y confinado por la pandemia del coronavirus. Esta situación ha evidenciado lo frágil que somos como sociedad, aún a pesar de haber logrado enormes avances en tantas áreas: intelectuales, organizacionales, incluso a pesar de los tantos avances tecnológicos de los que disfrutamos. Sin importar el lugar del mundo en el que se encuentre ni su condición social, toda la humanidad ha sentido el rigor de un virus que, aunque tiene una tasa de mortalidad de poco más del 2%, se ha hecho temido en todo el globo.

Sin embargo, esta no es la primera vez que algo así ocurre. A lo largo de la historia diferentes pandemias han azotado la humanidad, entre ellas podemos recordar aquella conocida como la peste bubónica o peste negra, que devastó en gran manera el continente europeo durante el siglo XVIII. Entonces, de la misma manera que ahora, aquella situación llevó al confinamiento de muchas ciudades obligando al cierre temporal de muchos negocios, entidades bancarias, y centros educativos entre otros sectores. Sin embargo, resulta llamativo encontrar un registro de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido en el cual se promulga el cese temporal de actividades y donde se lee: “Ha agradado al Dios Todopoderoso visitar la ciudad de Cambridge con una plaga de peste.”  Aún las mentes más iluminadas en las ciencias de la época podían ver la mano de Dios en medio de semejante tragedia humana.

Ahora bien, nosotros, como no podríamos ver el suceso que estamos viviendo como una intervención drástica de la divinidad en medio de su creación, como un llamado a reevaluar la ilusión de la autosuficiencia que la sociedad actual promueve, como una invitación para volver a pensarnos como parte de una creación con propósito y por supuesto con un creador. Como no encontrar la relación directa entre la decisión, casi unánime, tomada por gran cantidad de estados de todo el mundo de confinar a sus ciudadanos en sus hogares por unas semanas, con el propósito divino de dar valor a la familia y a la conversación cara a cara que se había convertido en un costoso recuerdo, encontrado escasamente en los mensajes de texto y “memes” que inundan las redes sociales hoy en día.

Sí, creo que nuestra sociedad experimenta una nueva oportunidad obsequiada por el Todopoderoso, como en incontable cantidad de veces ya ha ocurrido antes en la historia, como la que recibieran aquellas ocho vidas que descendieron de la primera embarcación construida por el hombre al finalizar un largo diluvio. Lo que hagamos con esta nueva oportunidad será, como siempre, nuestra decisión, pero no quiero dejar de invitarle a acercarse al creador y sustentador de todo lo que existe, quien no ahorra esfuerzos para llamar la atención de una sociedad que conscientemente lo ha puesto a un lado. Él pasando por alto esa actitud altiva y arrogante, sigue interesado en ella con el mismo amor con el que el hijo de Dios murió por ella en aquella cruz hace dos mil años.

Jesús, el hijo de Dios, nos ha enseñado en esta pandemia, que en medio de todas las adversidades su presencia guarda, fortalece y sigue dirigiendo el rebaño del Señor. Aun cuando las congregaciones, al igual que todos los lugares de cultos y reuniones públicas no pueden realizar sus actividades debido al confinamiento obligatorio, el pueblo de Dios se ha fortalecido en casa, ya que esta situación ha generado un gran aumento en el flujo de “reuniones virtuales”, la nueva forma en que las congregaciones rinden adoración a Dios durante la pandemia. Es gratificante saber que, en medio de estos momentos difíciles, lo que ha ocurrido es un mover del pueblo de Dios e incluso de muchos que no habían conocido el valor de la gracia de Dios, hacia su presencia.

La pandemia no ha finalizado, y por lo que dicen las estadísticas y la ciencia que sigue con detalle la evolución de la situación, pasarán todavía varios meses o posiblemente un par de años antes de poder considerar la situación bajo control. Sin embargo, los hijos de Dios perseveran con fe y precaución, guardando todas las medidas de protección ampliamente difundidas, pero sin dejar de rendir su vida en adoración y santidad cada día delante de Dios.

La iglesia de Dios permanece confinada pero confiada, porque camina con Jesús.

¿No envía el altísimo tanto calamidad como bien? Entonces, ¿por qué nosotros, simples humanos, habríamos de quejarnos cuando somos castigados por nuestros pecados? En cambio, probemos y examinemos nuestros caminos y volvamos al Señor. Levantemos nuestro corazón y nuestras manos al Dios del cielo…

Lamentaciones 3:38-41 (NTV)

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Miguel Dilone

    Así es toda nuestra esperanza, confianza y fe la tenemos puestas en JESÚS el único que nos brinda el refugio necesario para estos tiempos que estamos viviendo
    Pa lante con CRISTO porque en El hay más que victoria

  2. Miguel Dilone

    Así es toda nuestra esperanza, confianza y fe la tenemos puestas en JESÚS el único que nos brinda el refugio necesario para estos tiempos que estamos viviendo
    Pa lante con CRISTO porque en El hay más que victoria

    Bendiciones

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